Células T: descubre cómo el sistema inmune de un celiaco ataca al intestino tras consumir gluten y la importancia de una dieta sin gluten para controlar la enfermedad.
El sistema inmunológico es uno de los mecanismos más complejos y fascinantes del cuerpo humano. Entre los muchos componentes que lo forman, las células T juegan un papel crucial como protectoras del cuerpo.
Normalmente, estas células actúan como guardianas del sistema inmune, buscando y destruyendo invasores peligrosos como virus, bacterias o células anormales.
Sin embargo, en ciertas enfermedades autoinmunes, como la celiaquía, estas células pueden confundirse y atacar tejidos del propio cuerpo, lo que provoca daños y síntomas característicos de la enfermedad.
¿Qué son las células T?
Las células T son un tipo de glóbulo blanco, también conocidas como linfocitos T.
Son producidas en la médula ósea y luego maduran en un órgano llamado timo, de donde toman su nombre («T» de timo). Una vez maduras, las células T circulan por el cuerpo a través del torrente sanguíneo y el sistema linfático, vigilando continuamente en busca de signos de infección o daño celular.
Son esenciales para la inmunidad adaptativa, que es la parte del sistema inmune que «aprende» a reconocer y recordar patógenos específicos después de una exposición inicial.
Existen varios tipos de células T, pero las más relevantes en el contexto de la celiaquía son las células T auxiliares o células T CD4+.
Estas células no atacan directamente a los patógenos, sino que actúan como «coordinadoras», enviando señales a otras células del sistema inmune para que ataquen al invasor o amplifiquen la respuesta inmune.
La celiaquía y la confusión de las células T
La celiaquía es una enfermedad autoinmune en la cual el sistema inmune reacciona de forma anormal al gluten, una proteína presente en alimentos como el trigo, la cebada y el centeno.
En las personas sin celiaquía, el gluten es descompuesto en el intestino y digerido sin problemas. Sin embargo, en los individuos con celiaquía, el sistema inmunológico percibe fragmentos de gluten como una amenaza.
Todo comienza cuando el gluten se descompone en fragmentos más pequeños en el intestino delgado, uno de los cuales es la gliadina. Esta gliadina interactúa con una enzima en el intestino llamada transglutaminasa tisular (tTG).
La gliadina modificada es capturada por células especializadas del sistema inmune llamadas células presentadoras de antígenos. Estas células actúan como una especie de «policía» que patrulla las barreras del cuerpo, recogiendo fragmentos de proteínas que encuentran y presentándolos a las células T en los ganglios linfáticos cercanos.
En la celiaquía, estas células presentadoras de antígenos cometen un error al mostrar la gliadina como si fuera un invasor. Cuando las células T CD4+ ven este fragmento de gluten «presentado» por las células presentadoras, se activan y desencadenan una respuesta inmune.
Esto incluye la liberación de señales químicas que reclutan otras células inmunitarias al intestino y provocan inflamación.
El papel de las células T en el daño intestinal
El intestino delgado está recubierto de pequeñas proyecciones llamadas vellosidades, que tienen la función de absorber los nutrientes de los alimentos.
En personas con celiaquía, las células T activadas por el gluten desencadenan una respuesta inflamatoria que daña estas vellosidades.
Esta inflamación crónica y el ataque inmune directo pueden causar que las vellosidades se aplanen o desaparezcan por completo, una condición conocida como atrofia de las vellosidades.
Como resultado, la absorción de nutrientes se ve gravemente afectada, lo que puede llevar a una variedad de síntomas, desde diarrea y pérdida de peso, hasta fatiga, anemia y desnutrición.
Lo interesante es que las células T no atacan al gluten mientras circula por el torrente sanguíneo ni antes de que llegue al intestino. El ataque solo se desencadena una vez que el gluten ha sido procesado en el intestino y ha sido presentado por las células inmunitarias locales.
Esto significa que el intestino es el principal campo de batalla donde las células T cometen el error de atacar no solo al gluten, sino también a los propios tejidos del cuerpo.
La vida de las células T en el torrente sanguíneo
Las células T están constantemente circulando por el cuerpo a través de la sangre y la linfa.
La linfa es un líquido claro que circula por el sistema linfático del cuerpo. Ayuda a eliminar desechos y bacterias, y también transporta células inmunitarias. Es similar al plasma sanguíneo, pero sin glóbulos rojos.
Esto les permite patrullar todos los rincones del organismo y responder rápidamente cuando detectan una amenaza. En su estado «no activado», las células T simplemente se desplazan por los vasos sanguíneos y linfáticos, esperando señales que las alerten de la presencia de un peligro.
Cuando se detecta un antígeno, como el gluten en la celiaquía, las células T se activan, se multiplican y se movilizan hacia el lugar donde se ha identificado la amenaza.
En el caso de la celiaquía, este lugar es el intestino delgado, donde provocan la respuesta inflamatoria que resulta en el daño a las vellosidades.
Tratamiento: eliminar el gluten para calmar las células T
La única forma efectiva de controlar la celiaquía es eliminar el gluten de la dieta.
Cuando una persona con celiaquía deja de consumir gluten, el sistema inmunológico ya no lo percibe como una amenaza, y las células T no se activan para atacar el intestino. Esto permite que la inflamación se reduzca y que las vellosidades intestinales se recuperen con el tiempo.
Eliminar el gluten puede parecer simple, pero requiere de un control estricto de la dieta, ya que incluso pequeñas cantidades de gluten pueden reactivar el sistema inmune y causar daño nuevamente.
Afortunadamente, con una dieta libre de gluten, muchas personas con celiaquía logran llevar una vida saludable y libre de síntomas.
Conclusión
En resumen, las células T son guerreros esenciales del sistema inmune, pero en la celiaquía, estos guerreros se ven engañados para atacar a un enemigo equivocado: el gluten.
Este ataque erróneo, dirigido también contra las propias vellosidades intestinales, causa los síntomas y complicaciones de la enfermedad.
Sin embargo, al eliminar el gluten de la dieta, las células T dejan de activar esta respuesta dañina, lo que permite la recuperación del intestino y la mejora de la salud general.
La comprensión de este proceso nos ayuda a entender mejor la naturaleza autoinmune de la celiaquía y la importancia de un tratamiento adecuado para mantener el bienestar de quienes la padecen.
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